¿Qué nos ha gustado?
- Sin comparaciones: la premisa de la que parte el último trabajo de Martine Bailey recuerda bastante a la de Longbourn de Jo Baker pues juega de igual forma con los choques sociales entre ricos y pobres, criados y señores. Pero a diferencia del libro de Baker, Antojo de violetas es más una novela de aventuras y romance al estilo clásico que un retrato socio histórico de la época. Se juega de una forma más eficiente con los enredos, el melodrama y la ambientación gótica por lo que resultará más entretenida a los lectores que se vieron superados por Longbourn.
- Viviendo el momento: la contextualización histórica que Bailey hace en Antojo de violetas no tiene errores. La autora reconstruye la viveza y las contradicciones del siglo XVIII con firmeza y aporta los detalles necesarios para que el lector se sienta sumergido en el contexto sin grandes esfuerzos.
- Una protagonista que permanece con nosotros: Biddy, la figura central de Antojo de violetas, es un personaje rico en matices, carismático y cercano que consigue atrapar pronto al lector. Su curiosidad innata y la habilidad que demuestra en la cocina culminan el atractivo de esta protagonista inmejorable.
¿Qué no nos ha gustado?
- Lastrado: aunque Antojo de violetas arranca con unos primeros capítulos espectaculares, pierde parte de su empuje inicial hacia la mitad. Un pequeño bache que peca de lentitud y de monotonía pero que Bailey compensa con un final a lo grande.
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