¿Qué nos ha gustado?
- En la China milenaria: uno de los aspectos que más nos ha gustado de Tres espejos (tal vez el que más) es la contextualización. Sin saturar al lector pero tampoco quedándose corto de detalles, Sebastián Vargas recrea el mundo de la antigua China y nos hace vivir sus entornos, sentir sus ambientes y entender sus creencias.
- Dos perspectivas: la idea de la que parte Tres espejos, historias paralelas contadas por sus dos protagonistas, también supone un importante acierto. Apreciamos mejor la vida tanto de Jian como de Yue, el mundo de riqueza y de pobreza del que proceden, y nos permite disfrutar más del desarrollo de su relación y de los obstáculos a los que se enfrentan juntos y por separado.
- Amor y acción: Tres espejos combina el romance, más presente en la parte de Luna, con la acción que predomina en Espada. Ambos géneros están muy bien trabajados y Vargas acierta tanto con las escenas más íntimas como con aquellas en las que priman las peleas y las persecuciones. Esto contribuye a que la novela sea válida para distintos tipos de lectores y que gusta a todos por igual.
¿Qué no nos ha gustado?
- Solo dos: los dos protagonistas son los personajes más destacados de Tres espejos. El resto del elenco carece de su riqueza y las caracterizaciones no aparecen tan definidas.
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