¿Qué nos ha gustado?
- La esencia de París: la gran diferencia entre Nueva York y París es que en esta última Edward Rutherfurd captura mejor el alma de la ciudad. Nos adentra en los ambientes típicos, en los platos más célebres y en los lugares que marcaron un antes y un después en la urbe. Un recorrido que desvela no solo la superficie sino también el corazón de la ciudad del amor.
- La reina: la verdadera y única protagonista de París es la propia ciudad que da nombre a la novela. Rutherfurd saca provecho a su historia y a su evolución hasta convertirla en un elemento clave de la novela, que alcanza incluso la categoría de figura narrativa.
- Buen contexto: en París no falta ni el detallismo ni el rigor histórico. Rutherfurd hace una muy buena labor contextualizadora, con la que demuestra un excelente trasfondo documental previo.
¿Qué no nos ha gustado?
- Sin personajes: el elenco de París es insulso. Rutherfurd nos traslada de un personaje a otro con tanta rapidez que no nos da tiempo a empatizar con ninguno de ellos ni a sentir un mínimo de consideración por lo que les ocurre.
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